martes, 9 de diciembre de 2014

Esta soy yo.

El trío me mira desde la fina rama del árbol.
Sus cuerpos forman una figura negra, aterradora e imponente que me obliga a observarlos de vez en cuando, segura de que no se mueven del lugar. No se puede confiar en estas criaturas.
Ellos estiran sus alas de ébano, abriendo y cerrando sus picos de oro.
Sus ojos rojos examinan mi alma torcida.
Quisiera pensar que me hablan, contándome los secretos del mundo.
Juntos, somos hermosos —graznan.

Pero, ¿qué pueden decir los cuervos salvo mentiras?

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